La semana que pasó se cerró el libro de pases. Tres eran los refuerzos que se podían inscribir y los equipos debían elegir con pinzas para solventar partidas o para mejorar puntos bajos de sus planteles. Debido al calendario del fútbol este año, los refuerzos deben adaptarse con la mayor rapidez posible y las puestas a punto deben ser breves. Poco y nada de tiempo hay para pretemporadas y cada punto que se pierde es un peligro para las pretensiones de ser campeón.
Mis recuerdos de este deporte datan de la primera época de los ’90 cuando el campeonato nacional se caracterizó por traer a grandes jugadores quienes incluso eran seleccionados de sus países. Grandes aportes llegaron al fútbol chileno. En la Universidad Católica acertaron con la contratación de Néstor Raúl Gorosito y Alberto Federico Acosta y así consolidaron una dupla que nunca más han podido replicar. En Colo-Colo vino a aportar Marcelo Fabián Espina, Emerson, entre otros. En la U trajeron a un inolvidable Leonardo Adrián Rodríguez quien apenas pisó territorio chileno no llegó con otra consigna sino que venía a ser campeón. Épocas de buen fútbol, pero que no pudo consolidarse a nivel internacional. Se pagaba bien y eso era atractivo para estas figuras.
La efervescencia de estos años trajo como una consecuencia posterior; la decadencia del torneo nacional. Esto, a su vez, una caída de la selección chilena en la época posterior al mundial de Francia 1998. En estos años también cayó la calidad de los refuerzos que llegaron a Chile. En Colo-Colo vimos un desfile de malas decisiones. Por nombrar algunos: Cajaravilla, Verón, Carucha Fernández, Real, Caliche Salazar, John Jairo Castillo. Todos pasaron absolutamente desapercibidos (exceptuando Carucha el cual sobresalió debido a una palomita que erra en el arco norte del Estadio Nacional en un clásico contra la U) Bieler es un caso aparte. Se fue de Colo-Colo e hizo todos los goles que no había hecho en Chile. En la U no se han quedado atrás. En la eterna búsqueda de un 10 como el Leo Rodríguez pasaron por la tienda azul jugadores como Arilson, Amaya, Losada, Mafla, García, Arrué, Delgado. También han errado en otras posiciones y también se vistieron de azul el Huevo Soto, Pícaro Fernández, Hugo César Notario. Todos de pobres desempeños con aquella camiseta. En la pre-cordillera también tuvieron intentos de replicar la dupla Gorosito-Acosta. La Católica probó con Capria, Fabro, Aróstegui, Morales, Gianni, Cagianno, entre otros jugadores que no rindieron al nivel esperado. Si hablara de los entrenadores que han traído, estaría escribiendo hasta muy tarde, sólo diré tres y para mí los peores de los clubes grandes al menos: Cagna, Garré y Capitano.
Hoy en día, los clubes apuestan a comprar jugadores ya consolidados o comprar jóvenes para pulir y vender a la brevedad. Estas son las políticas principales que emplean los dirigentes y que desde esta vereda creo que no han sabido aprovechar. Espero que este campeonato los llamados refuerzos puedan demostrar que vienen a aportar. Después del fracaso de la selección en el sudamericano juvenil, nos da para pensar ¿vale la pena llenarnos de extranjeros en vez de darle tiraje a las divisiones inferiores? ¿Cuál es la real importancia que le están dando los clubes a la formación de jugadores? Bien de lado hemos tenido este campeonato y las políticas de la Federación tampoco incentivan a que los equipos les den oportunidades a sus jóvenes. Estos finalmente terminan siendo enviados a préstamo a clubes de menor categoría y donde carecen de competitividad.
A fin de campeonato podremos sacar las conclusiones correspondientes de los refuerzos de cada club. ¿Realmente aportaron estos refuerzos? ¿Qué hay detrás de algunas contrataciones? ¿Existe algún tipo de interés económico por sobre el deportivo? ¿Valió la pena traer a un jugador de fuera del club, gastar un cupo de refuerzo, y dejar a un juvenil sin ninguna oportunidad? Las respuestas las sabremos en algunos meses más.