Chile se está sacudiendo hace rato. La noche del miércoles lo hizo de manera física, pero la liberación de energía reprimida viene dándose desde hace años, a raíz de una saturación colectiva respecto al orden de las cosas. En décadas anteriores (70, 80, 90), los abusos e injusticias sufridas por los chilenos quedaban bajo la “corteza”, generando rabia o depresión en las personas, sin embargo ahora es común observar como los infames actos de los políticos, empresarios o lisa y llanamente, de gente mala, salen a la luz provocando sismos sociales que no dejan indiferente a nadie. Lamentablemente, así como en cada post terremoto, las cosas se levantan y seguimos siendo esclavos de un sistema social que no cesará de caerse porque está construido sobre la codicia y la desigualdad. Hay que estar muy desinformado para no darse cuenta que el mundo entero es el que se está remeciendo como olla de presión en su punto máximo. No hay nada que escape de esta interconexión global; es cuestión de ver la realidad del fútbol mundial. El máximo organismo de este, acaba de expulsar todo el pus que acumuló durante años, en la mayor crisis de su historia. Obligándonos a reflexionar acerca de que es el fútbol en la actualidad. Si los que administran el fútbol tienen su leitmotiv en el dinero ¿qué posibilidad tiene el balón pie de ser una actividad trasparente y no un artificio de la FIFA?.
La extensión de la FIFA en Chile es la ANFP. Los dos últimos presidentes de esta asociación han estado involucrados en irregularidades. El actual mandamás, Sergio Jadue, está siendo investigado y su antecesor, Harold Mayne-Nicholls, fue castigado por la propia FIFA. Pero esos sismos ya están siendo olvidados. ¿Cuál es el sismo de ahora? Las respuestas están a la vista; la violencia de barras; la baja asistencia de espectadores; el mediocre nivel de los equipos; y la mala calidad de las instalaciones y canchas. Es cierto que el estado del fútbol chileno no se puede aislar como fenómeno del resto de la coyuntura nacional, no obstante, la inmensa convocatoria que tiene el fútbol no permite demasiadas justificaciones a la hora de responder por su mala salud. El fútbol probablemente es el bien del país que más alegrías concita y más gente reúne a su alrededor. Por lo tanto, es inexcusable el deterioro del que ha sido víctima. Es paradójico que Chile siendo campeón de américa posea una estructura operativa tan paupérrima como la que manejan los clubes, ANFP y gobierno con Estadio Seguro. El tribunal de justicia declaró ilegal los sueldos (sobre los 5 millones) de la ANFP, dado que es esta última es una institución sin fines de lucro. Para Jadue en cambio, él y su directivo merecen retribución monetaria. Después de tantos errores, creo que eso está en duda.
Son pocos los que están yendo al estadio (menos de 5.000 personas promedio por partido) y más encima, en esta última fecha del torneo nacional fuimos testigo de la caída de un grupo de barristas desde las graderías, con consecuencias graves. Y nadie quiere hacerse cargo de la crisis. La intendencia le tira la pelota al club responsable de la barra, el club visitante le tira la pelota al local, el club local le tira la pelota a Estadio Seguro y así eternamente como la “jaula del pájaro” de Los Supercampeones. Aquí no hay autoridades que se echen el “equipo (problema) al hombro”, prefieren “tocar al lado” y evitar perder capital político y financiero. Esta gente realizó lo imposible; en un pueblo amante del fútbol, convertir los estadios en inmuebles fantasmas. CDF, Selección: Selección, CDF. Estos son los únicos dos frutos a los que los dirigentes han sabido sacar jugo. Estos mercenarios del fútbol ni siquiera han podido -hablando es su lenguaje- elaborar un buen producto con una de las mejores materias primas que tiene Chile. La pasión por el futbol. No hay diversificación ni cuidado del recurso. La paciencia de la gente es limitada y lo ha hecho saber. El fútbol pasó a ser patrimonio de unos pocos adictos a la fama y el poder. ¿Qué más tendrá que caerse para renovar NUESTRO fútbol?
Ismael Ugarte @maqdeescribir