Los dt’s de los tres equipos más populares del país andan caminando por la cuerda floja. No importa si uno ganó un campeonato, si otro fue parte de una campaña exitosísima o que el otro exhiba el fútbol más atractivo. En los directorios de Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica saben muy bien que es la última oportunidad para sus respectivos estrategas. Las razones: José Luis Sierra no convence con su propuesta futbolística, la que es tildada de aburrida por hinchas y especialistas. Además no ha sabido administrar los recursos disponibles para los dos torneos en que compite. Conseguir el campeonato nacional o pasar la segunda fase es requisito para la continuidad del “coto”. Sebastián Beccacece está en tela de juicio por dos situaciones vinculantes. En más de diez fechas todavía demuestra confusión a la hora de constituir un equipo, cuestión que ha cooperado en una escuálida recolección de puntos. Es el tercer torneo de Mario Salas y sus promesas de campeonato aún no se concretan. La tónica de los cruzados durante su mandato ha sido debilitarse en el trecho final. Al “coto” se le acabo la cuenta de ahorro, “el comandante” tiene un ultimátum encima y el ex ayudante de Jorge Sampaoli tiene los días contados.
Hay algo claro. José Luis Sierra se mareó entre la Copa Libertadores y el Torneo Nacional. El que piense lo contrario que me diga ¿cómo se interpreta el equipo C que puso en Arica? En su defensa, decir que, pocos entrenadores tendrían la capacidad de cumplir con los objetivos de Colo Colo sin confundirse. La dirigencia no colocó una suma importante sobre la mesa para la compra de refuerzos y este es el resultado. Seamos sinceros. Tonso y Reina son malos. Vilches no ha podido ser la alternativa a Paredes. A Carvallo no le alcanza para ser el conductor del cacique. No existe recambio para los centrales. Más encima varios jugadores son veteranos y se fatigan rápido. Historia repetida. Ya le paso a Héctor Tapia en su momento. No obstante, un gol (de penal) en cinco partidos no tiene justificación.
Es verdad que Martin Lasarte es en parte responsable de la ubicación actual de Universidad de Chile. Sin embargo, Sebastián Beccacece tomó la posta entregada por el uruguayo justamente para corregir los errores y levantar el promedio azul. El rosarino tuvo tiempo para estudiar las falencias y generar soluciones. De hecho mostró tal ansiedad por integrarse al romántico viajero que todos suponíamos que venía con un sombrero lleno de conejos. Pero se ha dado el peor de los casos, Beccacece se ha dedicado a ensayar (no implementar) fórmulas como el inexperto que es. A su favor hay que enfatizar que el nutrido equipo que posee, está desplegando un nivel de juego amateur. Son tan groseros los errores en defensa que dan espacio para pensar en un boicot interno. Para colmo una fracción del plantel (las manzanas podridas como los llamó Carlos Heller) se va de fiesta a mitad de semana.
Su fundamentalismo, mantenerse fiel a sus principios, su testarudez o como quieras llamarlo le ha impedido llegar hasta lo más alto a Mario Salas. Lo ha hecho perder puntos claves, aunque la gente se retire entretenida luego del espectáculo. El tema es que el hincha de la franja celeste está cansado del juego ofensivo y las buenas campañas estériles, necesita una estrella para volver a respirar. En ese sentido es valorable la tenacidad del “comandante” al tener que soportar el peso de una historia negativa -que lo trasciende- para católica. Su fortaleza lo ha llevado a permanecer estoico y a buen rendimiento en el cargo pese a lo esquivo de los resultados. A cuatro fechas de la finalización del Torneo Nacional, Salas está a la misma distancia de la gloria y de la ruina.
En estos tres casos las responsabilidades son compartidas. Sea la dirigencia, el plantel o el pasado, hay un factor extra agudizando la fragilidad de los técnicos. Las bancas están trizadas, unas más que otras, dependerá de los números, quien o quienes terminan sentados en el suelo. En un mes más (o antes) empezaremos a averiguarlo.