El partido que Chile disputó frente al equipo ecuatoriano comenzó como debió terminar. Esto hace relación a: La roja, partió jugando con un delantero, Alexis Sánchez; un creador, Jorge Valdivia; un puñado de volantes mixtos, compuesto por Vidal, Aránguiz, Díaz y Beausejour.Y, termino jugando con Vargas y Sánchez en delantera, retirando un volante.
La formación de Sampoli busca privilegiar la posesión del balón por sobre la verticalidad, la dinámica se mantiene intacta. El problema es que Sánchez tiende a engancharse y no queda nadie en defensa. La idea es que Valdivia ocupe el lugar de delantero o lo haga Vidal. Sabemos que el despliegue físico no es lo del Mago, por ende difícil que pueda en un pique pasar de enganche o 10 a delantero. Lo de Vidal en la Juventus es por sorpresa, es decir, tiene a Morata y Tevés preocupando a los centrales y por eso puede aparecer por sorpresa y marcar goles. En el partido con Ecuador quedaba rápidamente marcado por los centrales.
En mi opinión, el penal fue un regalo; una facilidad que se le concede al anfitrión. Recordemos el penal que el árbitro japonés Nishimura le regalo a Brasil en su estreno en el mundial. El segundo gol, fue como debe jugar Chile. Ya sea Pinilla o Ángelo deben acompañar al “niño maravilla”, no nos podemos dar el lujo de dosificar. En un torneo organizado por Chile, en Chile y con nuestra hinchada no podemos darnos el lujo de guardarnos nada.
La selección de Ecuador entró sabiendo que su pelea sería por el segundo lugar y contra México. El equipo del guayas sufrió por el frío de Santiago y por una historia negativa frente al equipo chileno en Copa América. Una mala gestión motivacional del técnico con sus pupilos.
El otro partido que nos deja la idea de la imposibilidad de dosificar fue el disputado por Argentina y Paraguay. El segundo del mundial y un Paraguay que no clasificó al mundial. Los nombres presagiaban una tarea fácil para los trasandinos: Messi, Mascherano, Banegas, Di Maria, Rojo, Agüero, Higuain, Tevez y Pastore entre otros. Todos adiestrados por el ex técnico del Barcelona, Gerardo “tata” Martino.
Un cómodo 2-0 tenía tranquilo a la “albiceleste”, no esperaban el despertar de los “guaraníes” que consiguieron el descuento con el incombustibles Aedo Valdez y luego –no hay peor astilla que la del mismo palo- , Lucas Barrios marcó el 2-2. Así la idea de dosificar de Martino se desarma como castillo de naipes.
El domingo uno de los favoritos, la selección Colombia se enfrentaba a la cenicienta de Sudamérica: Venezuela. La “vino tinto” salió a pelearle el medio campo a Colombia, y se lo ganó. Confiados en Salomón Rondón en delantera, los venezolanos se preocuparon de defender y salir rápido. En uno de estos movimientos Rondón consiguió el gol que finalmente le entrego los 3 puntos y su quinto triunfo en Copa América al equipo venezolano. Tarde se acordó James Rodríguez de mover los hilos de Venezuela. Tarde se acordó Pékerman del goleador Jackson Martínez. Para James nos lo mismo jugar acompañado de Modric y Kroos en el medio. Colombia se guardó y perdió.
La premisa de esta Copa es: imposible dosificar, imposible bajar el ritmo e imposible confiarse. Las distancias entre selecciones hoy no es la misma que antaño. Hoy, no basta con tener grandes precios desparramados sobre la cancha, es necesario saber hacerlos jugar. Siempre se ha dicho que nuestras eliminatorias son las más complicadas, lo anterior queda ratificado con la Copa América. Les recuerdo a las distintas selecciones acostumbradas a jugar fase de grupos en la Copa del Mundo: Aquí no hay galletas, no hay rivales fáciles y no hay estadísticas que valgan si no son refrendadas en la cancha.
La brecha futbolística entre países, no parece ser tan grande como la económica, social y cultural.