Real Madrid venció 2-0 al Sevilla, adjudicándose la Supercopa de Europa. El potencial de fuego del cuadro merengue es impresionante, en el medio del campo Toni Kroos y James Rodríguez, figuras en sus respectivas selecciones en el mundial pasado, por las bandas dos F-16: Cristiano Ronaldo (Balón de Oro) y Gareth Bale y en delantera el cañonero francés Karim Benzema. Lo que sorprende es que el marcador no fue más abultado a favor del cuadro Merengue.
El cuadro sevillista, dirigido por Unai Emery, intentó oponerse a la superioridad del cuadro merengue con la táctica de refugiarse, salir de manera rápida para atacar y, luego volver a replegarse “esos ataques pueden ejecutarse rápidamente, como de hecho se ejecutan, sin que sea necesario que quienes lo llevan a cabo permanezcan en el campo de batalla una vez el golpe ha sido asestado” La táctica se ejecutó de manera perfecta, pero no dio el resultado que el técnico del Sevilla esperaba. La estrategia del Real Madrid, imponer sus términos en el campo de juego, fue fructífera. El cuadro merengue no sólo impuso mayor velocidad, sino que más ganas de vencer. El Sevilla sucumbió ante la billetera del Real Madrid, pero también ante las ganas de los jugadores y ese deseo intrínseco del ser humano de ganar.
Pero si un club con la billetera del Real Madrid se enfrenta a un club con la billetera del Sevilla, y el resultado del partido está casi definido ¿Para qué jugar el partido? La respuesta es simple, el fútbol es la vida misma, por eso esperamos de él una epifanía. La más clásica de las epifanías: ver a David vencer a Goliat. La realidad del fútbol a nivel mundial indica que por cada torneo, ya sea en España, Inglaterra, Italia o Alemania, hay dos equipos protagonistas y los demás son simple comparsa. ¿Cómo podemos vencer a Goliat? Tenemos tres posibilidades: jugar de contragolpe, jugar de igual a igual o esperar un error del rival. A las tres formas anteriores debemos sumar el plus indispensable que sólo el jugador puede entregar, ese plus es la emoción y la motivación. La emoción entendida como la capacidad y decisión de realizar una acción para cambiar la realidad que lo rodea , en este caso vencer al gigante de Europa (Real Madrid).
La emoción y motivación fue lo que en mi opinión le falto al Sevilla, esa capacidad que tiene todo ser humano, y en analogía todo jugador de fútbol de romper la tradición, de barrer con las estadísticas y crear desde las cenizas de esos relatos atávicos una nueva historia. Los hombres y los jugadores de fútbol debemos intervenir en la construcción de una nueva realidad o por último generar un quiebre momentáneo en una realidad asumida de antemano, pero necesario para ello es: asumir las causas imposibles, dar la batalla perdida y dar el salto de fe. En definitiva generar el Entusiasmo para conquistar una Copa, para revertir la historia, obtener la felicidad y lograr la trascendencia, todo esto tanto en el fútbol como en la vida.
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