El fútbol sin sus barras y los demás ingredientes es como un cumpleaños sin globos, serpentinas ni torta, es como un dieciocho de septiembre sin empanadas, chicha, ni volantines.
Todos estamos de acuerdo que ver un partido de fútbol profesional hoy en Chile ya no es igual que antes. Se acabaron las barras establecidas con sus bombos y lienzos, cada vez son menos las serpentinas y papeles picados que caen desde la galería a la cancha, hace rato que están prohibidos los extintores que pintaban el cielo cuando los equipos saltaban al campo de juego y por supuesto los fuegos artificiales y bombas de humo que adornaban los recintos en algunos encuentros especiales. Lo único que va quedando son algunos cantos de grupos que tratan de organizarse de alguna manera para hacer sentir el apoyo al equipo, cantos que prontamente se van desvaneciendo por falta de ritmo y que en algunos casos ni siquiera alcanzan a nacer, incluso hay algunos partidos con escaso público que parecen más bien un entrenamiento donde se alcanzan a sentir gritos de jugadores y de técnicos dando instrucciones.
¿Dónde quedó la alegría del fútbol? Al parecer hay señores que no entienden de qué se trata esto y toman medidas arbitrarias sin pensar siquiera un instante en las consecuencias. Ellos están tratando de erradicar la violencia en los estadios prohibiendo la entradas de bombos y lienzos entre otros artefactos, y no es sólo porque dentro de ellos se puedan ingresar drogas o alcohol, sino que es para disgregar a las barras y para que los “delincuentes” no se agrupen entorno a algún elemento en común. Yo pongo en duda la efectividad por ejemplo del plan estadio seguro, ¿qué datos positivos ha arrojado el balance de todo este tiempo de implementación de esta idea? ¿qué beneficio ha traído al hincha del fútbol y a la actividad misma?.
Sinceramente para erradicar barras bravas hay que tomar medidas más de fondo como lo hicieron en Inglaterra a comienzo de los noventa con el tema de los hooligans, donde se hicieron leyes con penas muy contundentes para los infractores, se financió a los clubes para que se preocuparan del tema logístico al igual que a las policías que comenzaron a salir del interior de los recintos para ubicarse en las inmediaciones de éstos, entre otras estrategias.
El fútbol sin sus barras y los demás ingredientes es como un cumpleaños sin globos, serpentinas, ni torta, es como un dieciocho de septiembre sin empanadas, chicha, ni volantines. Por favor señores, nuestro fútbol necesita volver a tener esa alegría de antes con todo el colorido que agregan los hinchas antes y durantes los partidos, necesitamos volver a sentir ese nervio cuando vamos llegando al estadio y escuchamos a lo lejos el pulso del bombo y el rugir de las barras, queremos reencantarnos con algo tan nuestro y que cada fin de semana llena de emoción a tantas personas a lo largo y ancho de nuestro país. Por favor devuelvan el folklore al fútbol.