“Debemos hacernos un examen de conciencia” Jaime Valdés tras la derrota frente a Palestino.
¿Podremos algún día llegar a tener un futbol digno? Y no me refiero a un balompié fuera de serie producto de sofisticados planes dotados de alta tecnología e inmensos presupuestos. La pregunta va dirigida a cuestiones básicas que tienen relación con la probidad. Desde Europa nos llegan permanentemente ejemplos (que no necesitan de inversión) que deberíamos imitar, pero por razones inmemoriales no lo hacemos. Qué maravilla es que el mismo Bayern Múnich sea el primero en reprobar la simulación de Arturo Vidal que terminó en penal. En Chile, compañeros, técnicos y directivos ante situaciones parecidas intentan disfrazar hechos evidentemente graves buscando salvarse. Como sucediera con Nicolás Castillo luego de insultar por redes sociales y a una persona en el estadio. Que fantástico es que los clubes trasparenten la sustitución de un técnico como sucedió con Guardiola al Manchester City o Conte al Chelsea. Con pulcritud dirigencial se evitan las especulaciones y las faltas a la ética como las ocurridas en la transición Lasarte-Beccacece. Que sensacional es que en el primer mundo a los semilleros, canteras, divisiones inferiores se les dé prioridad. Que genial es que en el viejo continente exista una política acuciosa (independiente del presupuesto) a la hora de incorporar jugadores. Ante fisuras por todos lados, no queda más que decir que la crítica ofrecida a mitad de semana por Julio Barroso relacionada con la poca planificación y la deficiente idea de trabajo del cacique es extensible para todo el fútbol nacional.
Durante la administración de Sergio Jadue, los éxitos de la selección chilena taparon todos los ilícitos efectuados por la ANFP (malversaciones de fondos, evasión de impuestos, lavado de dinero). Corrido el telón rojo vemos de frente la triste realidad. Equipos chilenos con vergonzosas presentaciones en el concierto internacional. Un nivel deportivo local bajísimo. Los dos clubes más populares de Chile desprestigiándose cada vez más. Y lo más grave de todo, un club profesional -Deportes Concepción- con los sueldos impagos desde hace meses con riesgo de perder la categoría y con un directorio responsable de poner en duda la continuidad del campeonato. En poco más de un mes esta penosa realidad volverá a quedar en segundo plano con el desarrollo de la Copa Centenario y posteriormente el reinicio de las clasificatorias mundialista. Lo que podría ser una oportunidad para los clubes de ordenar la casa, me la imagino con gerentes deportivos yendo a buscar a Corea o Malasia a algún fichaje, el remplazo de técnicos sin ninguna coherencia entre saliente y el entrante, y con los jugadores penquistas con la vivienda llovida mientras los directivos de la misma institución capean el invierno en el hemisferio norte.
Importa si Colo Colo ha ganado dos de los últimos quince puntos, si Cobresal pierde su quinto partido de la fase de grupos por un marcador de 6-0, si el torneo es largo o corto. Claro que importa porque forma parte del descalabro del fútbol nacional, pero de la parte superficial. En lo medular las sociedades anónimas siguen explotando a voluntad a los clubes sin que nadie las regule; la violencia en los estadios sigue bloqueando la visita de la hinchada familiar; las secuelas de la ANFP de Jadue continúan latentes. El fútbol chileno hace rato que no levanta cabeza, como por inercia lo que era un respetado exponente en Sudamérica ha ido decayendo progresivamente (a excepción de la selección). Acá en el país donde un jugador se vuelca borracho en su vehículo y juega al próximo partido, estamos muy lejanos de mejorar las cosas, dado que el primer paso es tener capacidad de autocrítica e integridad para reconocer los errores propios. Virtudes que los dueños del nuestro fútbol no poseen.
Por supuesto, la crisis del fútbol chileno no es generalizable, siempre existirán singularidades como Palestino u O’Higgins, equipos que construyeron proyectos basados en darle tiraje a las divisiones inferiores y en la comunicación e interacción entre las distintas partes que componen que componen un club y el.
Ismael Ugarte @maqdeescribir