El ser humano frente a la incapacidad de manejar los acontecimientos diarios de la vida puede generar un alto nivel de miedo, incertidumbre y ansiedad. Algunas personalidades para tratar de controlar el devenir diario, se entregan a repetir de manera metódica ciertos patrones de conducta. Estas personalidades tratan de reducir lo incierto de la vida, ejemplo de esto son las obsesiones. Una obsesión es una idea fija que ocupa de manera constante la mente, esta idea obsesiva se transforma en una paradigma, una manera de interpretar el mundo. Las obsesiones no son peligrosas, excepto cuando interfieren con nuestra vida social. Existen distintos tipos de obsesiones como por ejemplo: obsesión con el orden, obsesión con guardar cosas, obsesión con la seguridad, obsesión con la limpieza entre otras.
Ahora bien, con el riesgo de ser impopular, me atrevo a decir que la selección chilena, selección adiestrada por Sampaoli tiene un serio problema. El problema va más allá del desempeño futbolístico -el accionar del equipo es el resultado del problema-, el problema reposa en la idea de la dinámica y velocidad que el señor Sampaoli emplea en “La Roja”. Sampaoli le entrega toda potestad a la dinámica, la dota de características mágicas y le entrega la seguridad del triunfo. En resumidas cuentas el entrenador argentino tiene como obsesión la dinámica y velocidad de nuestra selección. Controlar todas las variables de un partido de fútbol es imposible (lesiones, expulsiones, autogoles etc.), frente a esta incertidumbre el Sampaoli se refugia en su obsesión y desde ahí construye su fútbol.
En la columna anterior me hice eco del comercial de Pirelli y su mensaje” La potencia sin control no sirve de nada”, en el partido contra Perú volvimos a ver una sobrepoblación de volantes mixtos que tocan la misma tecla, Chile venció a Perú, y esto maquillo lo monotemático del equipo. Frente a Bolivia la selección se vio desordenada, monotemática y acelerada en el pase final. Lo anterior es producto de la falta de un hombre que ponga la pausa (Fernández, Hernández, Valdivia).Chile no juga con un 10, por ende la generación muchas veces debe asumirla Sánchez recogiéndose, lo que deja a Vargas solitario en punta, desordenando al equipo. Sampaoli se da el lujo de prescindir de un creador de juego, pero jamás rescindirá la dinámica, así la selección llega con poca claridad al arco rival, pero de manera rápida, seguimos con la obsesión de la dinámica.
Finalmente los jugadores quizás han leído a Sampaoli y comprendieron que son parte de la obsesión, por esto la mayoría son intocables, y así lo sienten. No existe ningún jugador que apure a Vidal, Sánchez, Díaz, Isla o Medel y se transforman en una suerte de becerros dorados a los cuales Sampaoli se encomienda, sumamos otra obsesión. La historia del fútbol está llena de cábalas, y comprobado está que no funcionan. Nuestro técnico se muestra como una persona que lleva al fútbol a una dimensión más científica, pero se contradice al no darse cuenta de los errores que comete. El fútbol desafía a los técnicos a una constante reinvención, por esto no es posible pegarse a una idea de forma obsesiva. Chile no puede jugar contra Bolivia sin un creador, quizás contra equipo como Alemania o Argentina, pero no con selecciones que constantemente salen últimas en las clasificatorias. No es necesario ser técnico para palpar la necesidad de un creador Alexis Sánchez señaló “Cuando me retraso es porque a veces necesitamos a alguien que meta pases y como no me llega el balón me debo retrasar. Se extraña a (David) Pizarro, (Jorge) Valdivia, (Matías) Fernández, pero cada jugador tiene sus cualidades”.
No es necesario ver 40 horas de fútbol para saber que Sánchez no es 10 y que lo mejor que hace Vargas son las diagonales, por ende no es 9. Puedo ver cierto dejo de soberbia en lo que hace Sampaoli, poner jugadores en posiciones inventadas, no aceptar críticas y no asumir errores. Quizás el técnico pretende despercudirse de la sombra de Marcelo Bielsa. El triunfo en el fútbol se da por una sumatoria de cosas, entre esas está la dinámica y velocidad, pero no son las únicas, si contarán sólo estas dos, los equipos de África serían campeones mundiales hace años. Un adiestrador de selección no debe obsesionarse con jugadores o dogmas futbolísticos, sobre todo si vemos que no están funcionando. La dinámica más importante es la de saber leer los momentos de los partidos, saber cuándo atacar y saber cuándo replegarse, saber cuándo jugar sin un 10 y cuando un 10 es esencial y en último lugar saber cuándo un momento del partido indica cambiar una idea.
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