Esta perturbadora movida tiene matices que la pueden hacer todavía más intolerable: que el jugador provenga de un país con el que tengamos “pica deportiva” y que sean varios del mismo país. Así que quienes digan que porque está en el reglamento, un tema es incuestionable, se equivocan, en casi todas las cosas existe la carga emocional, la que resulta tan importante como lo legal.
Atendiendo a las emociones, siento que no es agradable llenarnos de argentinos en la selección, menos si estos especularon primero con llegar a la selección albiceleste y en vista del fracaso utilizan a Chile como “peor es nada”, como lo hizo Mauro Zarate. Repito, sabemos que es una acción en regla y llena de buenas intenciones, pero ¿qué sensación produce? disconformidad. Algunos, en esta altura de la columna ya podrían estar utilizando apelativos reduccionistas como chauvinista o patriotero, invito a estos mismos detractores a reflexionar sobre lo siguiente. Creo que está bien que Klose sea polaco, que Seedorf y Davids hayan nacido en Surinam, que Camoranesi sea argentino -como “el mati”- y que Valdivia haya nacido en Venezuela, por dar algunos ejemplos. La complicación surge cuando se abusa. Primero que nada, Alemania tiene a dos polacos (con Podolski) no 4 o 5, tampoco me imagino a los teutones con 4 ingleses, por la sencilla razón de que hay un orgullo que no permite repletarse de elementos pertenecientes a rivales históricos. Surinam comparte historia con Holanda, además convengamos que Seedorf y Davids son jugadores extraordinarios. En la formación de Italia campeona del mundo 2006 figuraba solamente como nacionalizado el argentino Camoranesi, que dicho sea de paso, jugaba en la Juventus hace muchos años. Para terminar de responder argumentos que vuelan en la prensa (El Mercurio), decir que Fernández y Valdivia son más chilenos que los porotos, así que no da para análisis. Abuso y orgullo, piensen en eso.
En equipos -que pueden- como el Real Madrid o el Manchester City ocurre mucho eso de plagarse de extranjero, dejando una o dos plazas para nacionales. En estos casos no hay problema porque se trata de una institución particular que puede tener una identidad multirracial, nacionalista o la que se le de la gana mientras defienda sus colores. Con las selecciones se da otro fenómeno, la selección representa una nación y su cultura, ahí reside su gracia. Pónganse en el caso de que por aspirar a tener los mejores jugadores para una selección, la oncena titular de Chile tuviera 6 argentinos y 5 brasileros, perdería toda la gracia no es cierto, sería una especie de trampa legitima. Prefiero competir con jugadores chilenos que ganar con jugadores argentinos, brasileros o cualquier otro sudamericano. Lo otro es desvirtuar el futbol.
El fútbol es pasión e identificación con los colores, no parcialidad y neutralidad. Los que nos gusta este deporte lo vemos para entretenernos y vibrar, no solo para obtener resultados. Con el abuso de nacionalizados se busca pragmatismo o sea resultado y se ignora el orgullo y la coherencia. A las preguntas que han aparecido estos días les respondo: No, no es necesario nacionalizar ni a Ulloa ni a Zarate teniendo en cuenta los delanteros que tiene Chile. Si, cuando la situación lo amerita es válido nacionalizar a jugadores porque eso habla de la astucia y visión del cuerpo técnico. Sí, es un abuso tener 4 argentino, dos es prudente, además Canales y Hernández son de la casa, pero Ulloa y Zarate, es abuso.
En definitiva, creo que el tema de la nacionalización de jugadores de futbol para ser seleccionados, debe pasar el filtro de una “moralidad futbolística” o “un reglamento tácito”. Reglas:
Evitar polémica (ej: argentinos) por la “pica deportiva” antes mencionada.
Máximo tres, sino se chacrea y termina más viciado que partido mixto.
Ojala no se repita la nacionalidad entre los convocados “extranjeros”, lo contrario es una fragmentación.
Estas son normas básicas para no terminar con excelentes jugadores (quizás) pero del “otro equipo”. Respetando estos criterios, el futbol no pierde identidad, orgullo y gracia.
Cuando chico, si se nos lesionaba o nos fallaba un jugador y el otro equipo nos ofrecía uno suyo, la respuesta era, No.
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