En esta columna me alejaré propuesto por los medios deportivos han puesto como temas de agenda. Temas como las declaraciones de Barroso, la nomina de la selección chilena y la vergonzosa manera de repartir los premios (dinero) en la selección ya han sido revisado. Hacerme eco de estos temas sería redundar y eso no me llama la atención. Ahora, hay una pregunta que siempre me ha perseguido: ¿Por qué nos gusta tanto el fútbol? La interpelación no conoce límites de género, porque las evocaciones en mi opinión, son compartidas por una memoria social colectiva. Las respuesta más comunes son: el origen sajón del deporte recuerda a las antiguas justas de caballeros, hay otros que postulan que los partidos son la extrapolación de conflictos entre países y en una apreciación cercana al sociólogo y filósofo francés Jean Baudrillard, el fútbol sirve para desviar la atención de las cosas realmente importantes. Mi opción no es cercana a ninguna de estas anteriores, y les explicaré la razón.
Para mí en origen del fútbol es claramente sajón y también en sintonía con Baudrillard creo que muchas veces es un espectáculo usado para desviar el foco de atención de la sociedad civil, pero no concuerdo bajo ninguna circunstancia con la idea de proyectar las disputas de los países en un partido. Mí hipótesis es que en un mundo que tiene la obsesión con el progreso, la producción constante y el control de los fenómenos naturales, se ha privilegiado el desarrollo de la parte científico racional. Esto quiere decir que encontramos más fructífero el Positivismo. Lo anterior ha obligado durante la historia al retroceso de lo emocional; componente vital de las artes. Por esta razón siempre admiramos a: Rockeros, escritores, actores, directores y también futbolistas. En general personas que viven fuera de paradigma científico.
El fútbol nos permite vivir fuera de esa visión científica que encadena nuestras emociones. Nadie elige un equipo de manera racional, por esto hay cuicos de Colo-Colo o personas de Valparaíso que les gusta la U. de Chile por dar ejemplos burdos. Lo que ocurre en una cancha más allá de las reglas del juego, es incontrolable (lesiones, lluvia, calor, autogoles etc.). El fútbol es como la jungla emocional en palabras de Enrique Symns “el bar es la última oferta de la eternidad, la última oferta que queda de la libertad, del peligro a que pierdas tu novia, a que te enojes con tu amigo, a que aparezcan personas desconocidas” En definitiva el bar para Symns y el fútbol para mí son una catarsis del positivismo.
Es por eso que los futbolistas son la reinvención del clásico héroe griego que lucha contra la adversidad por una causa “noble”. Suerte de héroes como Prometeo, que le entrego el fuego a la raza humana; Aquiles, Odiseo o Perseo. Ninguno de estos relatos tenía una explicación científica, sino más hacer un sacrificio para conseguir salvar un pueblo afligido. Los futbolistas nos entregan muchas veces alegría, Jorge Valdivia y su Gol frente a Venezuela; color a nuestras grises vidas, la palomita de Pablo Hernández ¿Quién no ha querido ser un héroe cuando pequeño? A medida que crecemos nos contaminamos con ideas cuadradas que nos llevan a olvidar que lo que nos mueve y nos hace ser sociedad es: la vibración de considerar al otro tan legitimo como nosotros y tener una relación moral (Zygmunt Bauman) con los demás.
En la cancha de fútbol los privilegiados pueden subliminar todas nuestras frustraciones con sus pies y a través de una pelota. Pueden ser héroes, puede lograr con un gol la inmortalidad ejemplo: El gol de Zamorano contra Tenerife, el gol iluminado de Elías Figueroa, el gol de Salas en Wembley , el tiro libre de Sierra en Francia 98 o la bicicleta de Sánchez entre otros hitos. Y la parte de comprometer mi esfuerzo con mi prójimo la vemos reflejada cuando: sube el lateral el #5 pasa a la banda o cuando se proyecta el #3 el #6 se para de central, por ejemplo. A pesar de que nunca podamos ser racionalmente campeones del mundo, en cualquier campeonato que disputemos creeremos en la posibilidad de ser campeones. AL ir perdiendo 3-0 fantasearemos en dar vuelta el marcador. Por eso me gusta el fútbol.