Hace un par de décadas se decía que en el fútbol lo realmente importante sucedía durante los 90 minutos en cancha y que el resto era irrelevante. Pero como vimos en la suspensión de Julio Barroso -por hablar más de la cuenta en una conferencia de prensa- y en otras polémicas más, lo acontecido fuera de la cancha cobra un valor supremo en esta era de las comunicaciones en la que vivimos. El organismo chileno que ha tomado mayor protagonismo en torno a las acciones controversiales que escapan al rectángulo de pasto, es el tribunal de disciplina de la ANFP, quien tiene el poder para sancionar a los equipos con puntos e inhabilitar jugadores entre sus facultades más influyentes. Existen dos tipos de faltas y castigos que se repiten y merecen una distinción conceptual: una es la infracción (agresión, simulación, etc) sancionada post partido, por no haber sido advertida por el árbitro durante los 90 minutos, como eventualmente sería el caso de Gonzalo Fierro y su fingimiento; la otra son comportamientos antideportivos como acusaciones sin fundamentos o comentarios anti fair play efectuados en contextos públicos ajenos a un partido de fútbol, como ocurrió en la gresca de Emiliano Vecchio y Johnny Herrera. Para los que ignoran los dichos y para mayores antecedentes, estas son las palabras de grueso calibre que se dedicaron el azul con el albo:
-Herrera abrió los fuegos “Hay algunos que abusan del Twitter y que salen hablando de los cristianos y que se acuerdan de la biblia cuando les conviene”
-Vecchio: “No me avergüenzo de leer la Biblia… Sí me avergonzaría salir todos los días a la calle sabiendo que mate a una persona, que cara rota”.
A esta guerra de declaraciones se sumó el PF colocolino Juan Ramírez para responderle al portero: “Dios te dio manos para atajar pero no para conducir y te dio boca para hablar, pero no te dio cabeza para pensar…”
Puntualmente las palabras de Herrera hacían alusión a algunos jugadores del Cacique que en los medios de comunicación han manifestado su cercanía con la Biblia. Es sabido que en Colo Colo Julio Barroso, Juan Delgado, Luis Pavez y el mismo “Topo” son seguidores de la religión evangélica.
Hasta la edición de esta columna el último en hablar había sido el arquero con un escueto “Le llegó” vía Twitter.
Atendiendo el primer caso, Gonzalo Fierro fue citado por Tribunal de Penalidades de la ANFP y arriesga desde una a tres fechas por simulación. El expulsado de Deportes Iquique, Fernando Lazcano, en cambio fue absuelto de la roja que le mostró el juez Claudio Puga en el encontrón con el volante albo. Cosas que decir al respecto: Uno, Fierro magnificó, pero más exageran en tribunales al momento de citarlo; Dos, bien absuelto Lazcano ya que no tuvo responsabilidad alguna en la expulsión; Tres, el problema, a mi gusto, lo genera Puga al tratar de equilibrar el partido para el lado de Colo Colo (a modo de compensación), quien se encontraba en desventaja (práctica muy común en el arbitraje); Cuatro, Colo Colo quedaría muy desmembrado si se castiga a Fierro. El carrilero por derecha se sumaría las bajas de Esteban Pavez por lesión y a Julio Barroso por suspensión. El segundo caso de falta de deportividad es todavía más grave. Partiendo por Johnny Herrera, creo que el portero no tiene control verbal y recae una y otra vez en la incitación a la violencia. Son incontables las veces que superboy ha descalificado o cuestionado a alguien del mundo del fútbol. Ahora fue más lejos aún y en su argumento incluyó la fe religiosa de otra persona. Es un muy conocido el código social que impide meterse con la familia o religión de nadie, por eso cualquier persona responsable de sus actos no debería incurrir en esta provocación. Estas semanas -con el atentado terrorista a la revista francesa Charlie Hebdo- ha estado muy presente el tema de la libertad de expresión y cuáles son sus límites. Por mi parte estoy de acuerdo con las palabras del Papa Francisco en relación a este tema: “No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás. No se le puede tomar el pelo a la fe”. Sin justificar a Emiliano Vecchio y a Juan Ramírez, que a mi parecer respondieron con vehemencia, creo que si banalizan tu religión o molestan a tu familia es difícil no reaccionar airado.
Cuando se toca el poder institucional -en este caso la ANFP- la justicia se escandaliza y castiga como lo hicieron con el correctamente sancionado, defensa Barroso. En cambio hemos presenciado numerosos insultos entre colegas de profesión que quedan impunes, como si en la ANFP los consideraran folclóricos. Es serio lo que viene haciendo Johnny Herrera desde hace muchos años. Es casi parte de su carrera profesional fomentar la violencia y atacar de mala manera a compañeros. Y esta observación no tiene que ver con los colores, muchos hinchas de la U me han comentado que no respaldan el grueso de las intervenciones públicas de Herrera. Si son tomadas medidas punitivas, la última palabra sobre Fierro, Herrera y Vecchio la tiene el tribunal de disciplina de la ANFP, un organismo que tiene el campeonato nacional por el mango. Y como dice la FIFA en su campaña que incentiva el juego limpio, RESPECT.