La semana que pasó hablaron Fabián Orellana y Pedro Pablo Hernández acerca de su auto-marginación de la pre-nómina de 30 jugadores para la Selección Nacional, en vistas de la Copa América 2015. ¿Las razones? Según lo que publicó El Histórico a través de las redes sociales, se debería a que le cuerpo técnico le informó que ya tenía a los 23 elegidos y que se le convocaba para entrenar y para estar eventualmente para una emergencia. Hernández también indicó razones similares. Su respuesta suena bastante coherente en términos profesionales. Me imagino que ambos jugadores se quedarán entrenando en su club y así sumando confianza a su cuerpo técnico. De lo contrario, lo leería como un hincha más que cree que en la Selección hay que estar porque todos quieren estar independiente de las razones que dé o no el cuerpo técnico. El cupo se puede ganar entrenando y doblegar aquello es parte de los lindos desafíos que debe tener la vida del futbolista.
Mientras pensaba en esta noticia, llegó el día martes. Un equipo de los cuales participo esporádicamente, y que está conformado por amigos de la vida, la universidad y el trabajo, me invitaron a participar de un encuentro correspondiente a la fase final del campeonato. Es en este tipo de partidos en donde las convocatorias siempre están casi completas, en donde gran cantidad de los equipos tienen cambios y en donde todos quieren jugar y ganar a rivales con los cuales ya se habían topado en primera fase, sobre todo cuando los resultados no acompañaron. Ahí empiezan los primeros dilemas entre que jueguen todos o sacrificamos para ganar. El objetivo es común y claro. Ni si quiera hubo necesidad de discutir aquella decisión. Víctor, un compañero de oficina, fue al sacrificio. Se vistió, pero no jugó. Respetó la idea del equipo y comulgó con la camiseta puesta hasta el final con aquella directriz. Para mí, un tremendísimo gesto de querer estar ahí de todas maneras. No hubo malas caras, ni reclamos, en instancias donde todos quieren jugar. Víctor tuvo una actitud notable, la cual todos nos encargamos de aplaudir una vez finalizado el partido.
Orellana y Hernández están muy lejos de lo que mi compañero dictó el martes. Ambos jugadores prefirieron marginarse al no tener asegurado el cupo. Podría interpretar que también hay un mal manejo comunicacional del cuerpo técnico, pero también entiendo que parte de sacar lo mejor de uno está dada cuando las exigencias y desafíos son aún mayores. A la Selección no le sobran jugadores y al final del día, todos suman. Hernández, el argentino nacionalizado a quién Jorge Sampaoli le abrió las puertas de poder jugar en una Selección de fútbol, también le cerró las puertas.
Para mí, ambos jugadores deberían haber estado presentes y en cada entrenamiento tendrían que haberle demostrado al técnico que su lista de los 23 convocados aún no estaba tan segura como quizás lo comunicaron. El fútbol es de momentos, de detalles, de virtudes, pero también de sacrificio y esfuerzo. Si no se entiende así, mejor preguntémosle a Iván Zamorano, quien siendo calificado por Jorge Valdano como una de sus últimas opciones terminó siendo figura y el Pichichi de la Liga Española. Orellana y Hernández, el acto que acaban de realizar la semana que recién pasó es un muy mal ejemplo. ¿Cuántos jugadores hubiesen querido estar en la Selección y ustedes se han dado el lujo de cerrar las puertas a una pre-nómina? Para mí, que no vuelvan más. Chile necesita más Víctores y menos Fabianes y Pedros Pablos.