Terminado el clásico universitario, correspondiente a la antepenúltima fecha del torneo, Universidad Católica celebraba como si hubiese obtenido el título. Actitud poco aconsejable para un equipo bipolar como la UC. Es común encontrar equipos irregulares, sin embargo ver a dos equipos en uno es más difícil. La cara que tiene a los cruzados peleando el campeonato es la de una escuadra trabajada (suena obvio, pero no lo es tanto después de escuchar a J. Barroso). Que ha logrado plasmar su sistema de juego, imponiéndolo en la cancha. Es ordenada tácticamente y posee aplicados intérpretes. Cuando es atacada te espera en mitad de cancha y es agresiva en la recuperación. En otro plus, este último tiempo ha sabido resguardarse en el fondo estando arriba en el marcador. Al atacar, laterales y volantes ofensivos pisan el área rival. Los delanteros se mueven por todo el frente de ataque. Y la defensa logra hacer los relevos con efectividad. Con este fútbol dinámico y ofensivo Católica ha conseguido avasallar los rivales la mayoría de las veces y le podría haber sido suficiente para salir campeón con holgura. Eso, si no existiera otra UC, una sombra de la UC como la que vimos frente a O’Higgins, Colo Colo, San Marcos y San Luis. El “otro yo” cruzado es dubitativo, nervioso y con tendencia a la confusión. Características que se manifiestan en la cancha en un once desordenado tácticamente, impreciso en los balones finales, descoordinado para aproximarse al arco contrario y con una pobre resistencia en defensa. A diferencia de la transformación del doctor Jekyll -un tipo capaz de cualquier cosa- el “caballero” Hyde de Mario Salas es alguien pasivo y pusilánime.
Cuesta creer que aunque pasen distintos planteles año a año por la institución estudiantil, los resultados erráticos persistan. Si bien cambia el técnico y los jugadores les sigue faltando la chaucha para el peso. 16 segundos lugares (tiene 21 en su historia) en 27 años los coloca como líder de este ranking. Claramente el ciclo como sociedad anónima (Cruzados) no ha mejorado las estadísticas. ¿Es posible que los segundos lugares se vayan acumulando a modo de presión para las próximas generaciones? ¿Es el factor psicológico lo que impide que los de la franja terminen punteros? Por supuesto que puede existir una conciencia colectiva que se va transfiriendo en el tiempo, es como si en tu familia nunca nadie haya adquirido un título universitario. No obstante, este “testimonio” con carga negativa que es traspasado al inicio de cada campeonato o relevo (y se exterioriza en los últimos partidos) no tendría un efecto tan intimidatorio y coercitivo en Universidad Católica si es que los medios de comunicación no se lo estuvieran recordando permanentemente. En conclusión: el factor psicológico existe (asumido por integrantes de la UC), pero es la prensa la que lo potencia.
Es innegable reconocer el poder de los medios. Es cosa de ver la importancia que le da el capitán cruzado, Christopher Toselli “Pasó lo que todo el mundo quería que pasara. Estamos evidentemente golpeados”. Da lo mismo si lo dice un hincha, un ex jugador o un periodista deportivo, cada palabra relacionada con el fantasma del segundo lugar cala hondo en los de San Carlos de Apoquindo. Ninguna persona o grupos de personas es impermeable a los comentarios o críticas. Así y todo, resulta increíble que un jugador profesional haga una pataleta aludiendo a lo que dicen terceros, aun cuando se encuentre ofuscado por el resultado. Como si “todo el mundo” hubiese entrado al Estadio Lucio Fariña a jugar contra Católica.
En cualquier análisis es bueno ponerse en la piel del hincha, elemento fundamental de cualquier institución, y al que en Católica se le ha querido hacer creer que disputar el campeonato con frecuencia es en sí meritorio, siendo que es lo mínimo que se le pide a un equipo grande. La forma en que se fracasa también ha agravado el fastidio en una hinchada que ya no sabe que pensar. Creo que lo más sensato es cortarla con los el tema de los karmas, las maldiciones y los lloriqueos; detectar los factores (trabajo para la interna de la UC) que propician las caídas a ultima hora; y crear las condiciones para generar un punto de inflexión como sería el ganar un campeonato después de cinco años.